Luego de once años de carrera en las escuelas nacionales de bellas artes, y de haber cumplido con todas las reglas impartidas por la mayor parte de los docentes con una visión clásica respecto a las artes plásticas; sentí la necesidad de intentar otros caminos que tuvieran más que ver con las vivencias ligadas a una problemática acorde con el tiempo y lugar en que estábamos viviendo.
Así, casi a ciegas, intenté liberarme de esas ataduras para encontrar una forma dentro de la cual me sintiera más representado expresivamente, ensayando y buscando imágenes que se aproximaran mas a ese objetivo.
En el transcurso de tres o cuatro años, fui dándome permiso para trasgredir lo aprendido, que sin negarlo me permitió experimentar y descubrir en la naturaleza leyes estructurales que me enriquecieron en el lenguaje escultórico en cuanto a la forma, el espacio y el tiempo de todo lo creado por ella lo que no me había dado mi formación académica.